
Por Lic. Daniel do Campo Spada
En este sitio ya hemos hecho sobradas referencias a que los humanos nos movemos en un mundo simbólico. De esto no podemos desprendernos. Es inherente a nuestra condición de ser. Quizás por ello merezcan un espacio los creadores o padres de la lingüística y sus teorías básicas, desde donde nace el cuerpo teórico de la comunicación (aunque esta, como ya hemos explicado es tan vieja como la Creación misma).
La semiología.
Un signo es algo que está en lugar de algo. Cuando hablamos con alguien sobre las virtudes de un vehículo, la palabra “coche” o “carro” está en el lugar del auto. Representa, con un conjunto de sonidos o símbolos de escritura el lugar del auto verdadero. Esto también cabe decirlo cuando hacemos un dibujo o revelamos una foto. ESO, está en el lugar del OTRO verdadero.
Como explicamos en el capítulo de Programación Neuro Lingüística (PNL), cuando vemos algo, inmediatamente en nuestra mente se instala la palabra que lo identifica. Si no conocemos su nombre, lo reemplazaremos con otros tales como “cosita”, “pendorchito”, etc. Pero siempre, le pondremos un nombre. Esto nos remite indefectiblemente a los Ferdinand de Saussure -foto-(Suiza, 1857-1913) llama “imagen-acústica”. Como vemos, allí hay una dicotomía, ya que la imagen la percibe la vista y lo acústico (sonido) el oído. En nuestra mente, ello se da en forma simultánea, aún en personas no videntes o hipoacúsicas.
A todo debemos ponerle nombre.
Cuando no lo sabemos, lo inventamos.
El signo es un hecho perceptible, que puede instalarse en lugar de algo imperceptible. La percepción es el inicio del cuadro comunicacional básico, como explicamos oportunamente. De hecho, es una convención estructural que corresponde a cada sociedad, donde su base es el idioma. Quienes nos movemos en Argentina, al auto le llamamos “coche”, en tanto en México el nombre que recibe es “carro” y en los países angloparlantes se usa “car”. Pero en definitiva, todos esos signos están en lugar de algo, que es un vehículo autopropulsado.
Según Saussure, la semiología es la ciencia que estudia la vida social de los signos en el seno de la sociedad. Aunque en principio la definición nos parezca redundante, vale la reafirmación.
Los semiólogos sostienen que su ciencia puede estudiar todo, algo que los comunicólogos sostenemos que corresponde a la comunicación ya que está desde el principio. Aunque en los ámbitos académicos sea mas joven, en el espíritu de su justificación es anterior y abarca a la semiología y su derivación semiótica.
De todas formas, la semiología (como sub ciencia de la comunicación) se especializa en el análisis de los discursos (desde el sentido más amplio). Por ello se toma el espacio de estudiar las conversaciones, la moda, la vestimenta, etc., donde se de un conjunto coherente de signos que respetan algún orden o desorden, pero que –fundamentalmente- mantienen algún tipo de relación.
Detengámonos un poco en el tema del orden. Aún cuando buscamos crear algo desordenado, estamos estableciendo un nuevo orden. Cuando un grupo hippie, como los que había en los 70 y principios de los 80 luchaba contra el orden establecido en la vestimenta y el diseño, le contraponía algo diferente, pero que tenía su propio orden. Vestirse con una túnica no era informal sino un nuevo tipo de informalidad.
Los jóvenes creen que al vestir con jeans y zapatillas están adaptándose a algo informal o casual, y no es así. Eso responde a la formalidad que se asocia con gente de su edad.
Nunca se puede emprender un estudio sin concebirlo desde un punto de vista de racionalidad. Desde la naturaleza hasta las obras de los más pequeños, siempre responden a una lógica. Lo que cambia es la razón, pero no la presencia o ausencia de esta.
Todo discurso esconde la finalidad de comunicar como hecho externo. Si queremos profundizar hacia el interior del discurso, nos encontramos con la lingüística como herramienta de incursión.
En todo proceso cultural intervienen agentes humanos que modifican los objetos para que respondan a su lógica simbólica que termina siguiendo a una ideología. Aún en el discurso científico hay ideología. Umberto Eco (Italia, 1932) sostiene que la tarea del semiólogo es equivalente a la del investigador policial, ya que en un discurso debe rastrear la causa motivante, desde donde se reconstruirá el proceso de producción.
Al igual que cuando se habla de signos en semiología, un discurso afirma y niega a la vez. Su forma concreta es siempre en sentido positivo. Su forma abstracta no necesariamente es la negativa.
Veamos el claro ejemplo de cómo llama la atención cuando en una situación particular, alguien omite mencionar algo que todos estaban esperando. Esa ausencia concreta se convierte en un fuerte significante que despierta la subjetividad mas extrema. En política esto se pone de manifiesto cuando el dirigente no habla (ni a favor ni en contra) de un tema candente y del que todos están expectantes.
Dejar las cosas como están
es una manera de hacer algo.
El decir “yo no me meto”
es involucrarse.
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