Buena perfomance del cine argentino.

BUENOS AIRES (Por Daniel do Campo Spada).- Las recaudaciones de las salas en las que se expone cine argentino durante octubre ha reinstalado en los principales medios de comunicación algo que solo parecieran desconocer los argentinos, ya que el boom de su cine es algo que se instaló hace rato. El retorno a la democracia en los 80 permitió el lento pero seguro retorno a una industria en la que Argentina fue lider en el mundo hispano hablante en los años 50 cuando los films de esta región del mundo deleitaban a las plateas latinas del séptimo arte.

Luego, claro, llegó la lucha contra el gran “player” mundial que es Estados Unidos, que incluso aquí domina el primero de los elementos que garantizan o condenan la perfomance de una película. La distribución “en paquete” impone a los exhibidores comprar un conjunto de películas que no han pedido, para poder tener en sus salas a aquellas que le permiten tener la venta de tickets necesarios para que el negocio funcione. De esa forma, saturan las pantallas impidiendo la emergencia de otros orígenes. ¿Cuánto conocemos del naciente cine uruguayo que no sea “Whisky” el año pasado? ¿Vimos algo últimamente del buen cine cubano o el colombiano?

Los festivales de cine independiente o alternativos nos muestran que existe algo mas que el “triller” de velocidades, sexo y explosiones que las costosas producciones norteamericanas proponen. De argumento poco. Prevalece la espectacularidad del efecto especial que parece real, pero con poco para pensar y mucho menos para cuestionarse.

Los cineastas sobreviven solo si se incorporan “a la industria”, que no solo es extranjera sino que ha derivado en la creación de un público pochoclero masivo que ya no da lugar ni siquiera a una película anual de Woody Allen. Mas allá de la edad del creador, tampoco pareciera haber mucho espacio disponible en la voluntad de quienes disponen de miles de millones de dólares para superproducciones en el lente de la cámara y en las acciones de marketing correspondiente.

Afortunadamente, al menos en Buenos Aires, donde aún queda un circuito de exhibición “off-supermercado” se puede ver esporádicamente algún triunfo de los que resisten desde la cultura la chatura impuesta “desde arriba”. Se podría argumentar que estas películas “con mensaje” también son productos comerciales biena armados. Sería ridículo negarlo, pero es preferible los títulos “pensantes” a las aventuras de los Superagentes o Brigada Cola que también supimos concebir.

Octubre 2005-10-10 ©