Por Daniel do Campo Spada

Hablar en contra de la religión católica parece haberse convertido en un excelente negocio marketinero. Tapas de revista, libros y películas han inundado Occidente cuestionando la veracidad de los milagros de Jesús o la virginidad de María. La tolerancia inherente a la tradición laica de la segunda creencia monoteísta la ha puesto en el centro de los ataques mediáticos, al igual que el Islam se ha convertido en la excusa terrorista del espíritu imperialista netamente expansivo de Estados Unidos. Solamente los judíos se quedan afuera ya que de ellos no se puede mencionar ninguna bajeza a riesgo de ser tildado de nazi. Incluso algunas constituciones europeas (como la de Austria) lo prohiben expresamente. ¿Cuál es la intención de dejar a un mundo con sus creencias religiosas lastimadas?

La revista Familia (Nº 740, Octubre 2005) en su nota de tapa “Ante el vacío existencial” escrita por Prisciliano Hernández Chávez expone que la actual angustia en los jóvenes se presenta en la ausencia de valores, en la incertidumbre de la razón de la existencia. El excesivo racionalismo no puede responder (si no cree en la otra vida) a la diferencia entre una planta y un humano. Si solo es vida biológica... ¿para qué molestarse? Después del auge económico con el que se contentaron las generaciones anteriores llegan jóvenes que no tienen valores ni ideales. ¿Con que se llena ese vacío? Con pandillas, violencia, sexo mecánico, droga, etc. Pero ello termina siendo como el amor de una prostituta donde luego de la atención carnal queda una fuerte sensación de vacío.

Retornando a lo que nos ocupa en este escrito, una vez más como tantas otras en los dos mil años de historia del cristianismo se inventan “testamentos” apócrifos o se agrandan los alcances de organizaciones secretas y misteriosas. Todo lo oculto genera curiosidad mas allá del rigor científico. Luego de determinado avance nadie distingue realidad de ficción y como dice la teoría del rumor, cada vez que se dice algo queda flotando la sensación de que “algo debe ser cierto”.

Dan Brown, autor del best seller “El código Da Vinci” (del que se estrenó recientemente la película con Tom Hanks y Audrey Tautou) juega con la intriga en la que mezcla el cuestionamiento que incluso muchos católicos tenemos hacia el Opus Dei con secretos que revelarían la relación carnal entre Jesús y María Magdalena. Al momento de escribir esto, frente a mí, una inconografía de origen confiable muestra a Cristo en la última cena con sus Apóstoles y una mujer joven. ¿La Virgen María o María Magdalena? La pregunta es. ¿Cambia algo el mensaje? Si la Iglesia bendice los matrimonios, ¿cuál sería el pecado del Hijo de Dios? Sin embargo, el sello Planeta De Agostini promociona “El último Merovingio” de Jim Hougan, libro en el que pretende describir la historia del último humano proveniente de un linaje directo de ese supuesto matrimonio como si se tratase de un acto de corrupción. No es el hecho, discutible o no en su veracidad o ficción, sino cómo se lo presenta. La lógica comercial hace que el volumen no aclare demasiado que es una novela. El arte de la sospecha, en la que se especializaba un renombrado filósofo se pone de manifiesto en cada emprendimiento mediático.

El holding “The National Geographic Magazine”, lanzó a nivel mundial en su canal de televisión un documental en el que “develaba” un supuesto Testamento de Judas. En sus avances prometía poner en duda todo lo que se sabe de Cristo. Los papiros encontrados, de dudoso origen, escritos casi doscientos años después de la muerte de Judas no dicen en ningún momento que hayan sido escritos por quien los católicos creemos que entregó a Jesús. Sí se sabe que fue usado por los gnósticos, una vieja secta que se nutría de distintos orígenes (griegos, judáicos, etc) pero que siempre se basó en el escepticismo. De allí proviene la palabra “agnóstico” que referencia al que no cree si no ve (a diferencia del ateo que niega terminantemente la existencia de Dios). Según estos textos, Judas habría actuado a pedido de su líder “para que se cumplan las escrituras”, aceptando “por amor” ser repudiado por siglos. De esta forma se borra de un plumazo la incidencia de los rabinos judíos que pusieron el dinero para la traición en manos de Judas Iscariote y el apoyo político para Pilatos. La culpabilidad de los “hijos de David” quedaría disimulada si este testamento a todas luces apócrifo fuera verdad. Cada vez que se estrena una nueva versión de la Pasión (de Mel Gibson) que relata crudamente las últimas horas y la crucifixión de Jesús, reaccionan en claro tono de censura ya que allí se muestra a los jefes judíos como los instigadores del asesinato.

En el hosting de blogs “Pensamiento Católico”, uno de sus principles blogger, el peruano Pablo Orozco recabó datos sobre los “investigadores” que dijeron estudiar los papiros de Judas y halló sorprendentes coincidencias. No se trata de censurar la posibilidad de opinar con la misma libertad con que uno lo hace en este espacio sino de ser ético en la creación de contenidos e intereses personales. Entre los siete integrantes del “equipo” no solo ninguno es católico sino que son manifiestamente anti-cristianos. Amy Jill Levine es judía e integrante de la Liga Antidifamación Judía Mundial, donde buscan desprenderse de la culpabilidad del asesinato de Jesús. Elaine Pagels es abortista y militante lesbiana, quien dijo que la religión es “una fantasía de niños” a tal punto que organizó una exposición denominada “orine a Jesús”, en la que presentaba un crucifijo en un vaso llena de orina. Bart Ehram, a pesar de ser el Jefe del Departamento de Estudios Religiosos de la Universidad de Carolina del Norte es profundamente agnóstico y ha avalado el libro “El Código Da Vinci”. Marvin Meyer es autor de libros considerados apócrifos que dieron información a Dan Brown. Stephen Emmel, Craig Evans y Francois Gaudard tienen investigaciones y publicaciones en la que se pone en duda cada paso de los enumerados en la Santa Biblia, desde el bautismo a las curaciones.

En este espíritu la revista “Noticias”, de Buenos Aires, publica una nota de tapa (Año XXIX Nº 1529) en la que haciendo una juego de palabras, “El código Jesús”, habla de separar realidad y mito y lanza algunas afirmaciones que apuntan a los relatos bíblicos. Por ejemplo, afirma que la caminata de Jesús sobre el mar de Galilea, en realidad fue un truco, ya que una vez cada ciento sesenta años el mismo sufre congelaciones. La pregunta, si nos pusiéramos en el mismo plano, es qué permitía que en cambio la barcaza en la que iban sus discípulos se moviera sin control. ¿Y el hielo?

Además, citando a científicos australianos de dudoso origen, afirma que el Mesías no habría sobrevivido en un pecebre de Belén, ya que en esa época del año se registran temperaturas de 7º C.

En definitiva, negar lo mas creído del pensamiento humano siempre es negocio y la ética muchas veces no va de la mano del lucro.

Julio 2006 ©